El papel del farmacéutico frente al Alzheimer
Los farmacéuticos atendemos y ayudamos cada día a usuarios de todo tipo. No solo con la dispensación, sino poniendo nuestros conocimientos en sus manos mediante consejos y recomendaciones que contribuyen a hacer sus vidas un poco mejor y más saludables. Este lado asistencial que tiene la farmacia comunitaria cobra especial importancia cuando hablamos de un tipo concreto de usuario que llega a la botica: las personas mayores.
Para las personas mayores, los farmacéuticos somos un pilar fundamental en su salud, a quienes acuden y en quienes confían en primer lugar si tienen alguna consulta o preocupación. Hoy queremos hablarte concretamente de aquellas personas mayores que llegan a la farmacia conviviendo con una enfermedad degenerativa muy común, el Alzheimer. Como profesionales, debemos conocer las claves de esta enfermedad para ayudar a tejer esa red de seguridad en la que pueda apoyarse.
¿Qué es el Alzheimer?
El Alzheimer pertenece al grupo de patologías catalogadas como demencias. Podemos decir que la demencia, más que una enfermedad en sí, se trata de un grupo limitado de síntomas que pueden tener su origen en distintas enfermedades. En líneas generales, una persona con demencia ve afectado su desempeño cognitivo de manera progresiva.
Las personas que padecen Alzheimer no sólo tienen dificultades para recordar a personas, situaciones o momentos. Sino que también se verán influenciados su forma de pensar, de comportarse e incluso sus sentimientos. Por lo tanto, sus rutinas y actividades diarias irán sufriendo el impacto a medida que avanza la enfermedad. Al principio, el Alzheimer les afectará de forma limitada. Con el paso del tiempo, repercutirá en gran medida en su día a día y en su interacción con el entorno.
Fases
Como hemos mencionado anteriormente, el Alzheimer se desarrolla de manera progresiva. Además, lo hace durante años. Como indica el informe del CGCOF sobre Alzheimer, su duración media oscila entre los 8 y los 12 años, aunque hay casos excepcionales en los que no llega a los 4 años. A lo largo de ese tiempo, podemos distinguir varias etapas por las que atraviesa la persona que la padece:
- Fase inicial. Como su nombre indica, será la etapa más temprana, y aquella en la que comienzan a aparecer los primeros síntomas. La persona comienza a percibir señales que le indican que algo no va bien, empieza a manifestarse este tipo de demencia. Esta fase suele abarcar los dos primeros años.
- Fase intermedia. A continuación, pasamos a la fase intermedia, que suele ser más larga que la etapa anterior. Esta fase suele durar entre 3 y 5 años.
- Fase final. Por último, la persona que padece Alzheimer alcanza una fase en la que los síntomas son más severos. Inevitablemente, la enfermedad acaba con el fallecimiento de la persona.
Síntomas que presentan las personas con Alzheimer
En el apartado anterior ya dábamos algunas pistas de cómo afecta a quienes lo padecen. El Alzheimer ocasiona el deterioro cognitivo de la persona, afectando tanto a su capacidad para hablar, su memoria, su orientación espacio-temporal, y su ejecución de tareas y actividades. Su personalidad, su humor y su comportamiento también van cambiando.
Al principio, en la fase inicial, la persona comienza a olvidarse de hacer ciertas tareas o no recuerda el nombre de objetos. Cada vez le cuesta más recordar hechos que han ocurrido recientemente. En cuanto a su orientación, las personas en esta etapa comienzan a perderse con frecuencia en lugares en los que ya habían estado anteriormente. Además, es en el principio de la enfermedad cuando quien padece Alzheimer es consciente de lo que está pasando. Esto afecta directamente a su salud mental, apareciendo sentimientos como el miedo o la inseguridad, por lo que no es raro que se den episodios depresivos. Es por lo tanto en el principio cuando debe acudir al médico para que se le pueda diagnosticar lo antes posible. Entre las pruebas a las que puede someterse se encuentran tests cognitivos, análisis de sangre, de orina, etc.
Con el avance de la enfermedad, quienes la padecen empiezan a olvidar recuerdos más lejanos, incluso los básicos sobre su identidad (nombre, dirección, edad, etc.). En la fase final, se pierde además la memoria en cuanto a sus seres queridos y más próximos.
Actuación del farmacéutico frente al Alzheimer
Ahora que conocemos un poco más acerca del Alzheimer, queremos hablarte de dónde encaja el farmacéutico en este puzzle. Estas son las líneas de actuación que seguiremos los profesionales de la farmacia comunitaria para contribuir a la calidad de vida de los usuarios que padecen este tipo de demencia.
- Detección precoz. Lo primero en lo que puede intervenir el farmacéutico ante una persona con Alzheimer es el propio diagnóstico. Sabemos que las personas mayores son el grupo de riesgo clave de esta patología, y en la farmacia tratamos cada día con muchos de ellos. Por lo tanto, debemos estar atentos ante cualquier señal que nos indique un posible caso para derivar al médico y que se lleve a cabo el diagnóstico. Aunque el Alzheimer actualmente no tiene cura, siempre será una ventaja detectarlo y comenzar a tratar sus síntomas lo antes posible. A la hora de recomendar la visita médica es importante que lo hagamos desde una postura de prevención y no desde el alarmismo.
- Educación sanitaria. Como ocurre con el resto de enfermedades, el farmacéutico cumple una función clave: educa e informa a los usuarios acerca de cómo mantener o mejorar su salud. Es aquí donde nos diferenciamos de otros negocios de venta de productos de parafarmacia y nos acercamos a la atención primaria. Los farmacéuticos formamos parte del sistema sanitario, con la ventaja de que estamos cerca y accesibles a las personas. Nuestra labor informativa y de consejo será esencial para quien padece Alzheimer y para su entorno. Recomendaremos tomar medidas como adaptar el medio o su vivienda para facilitar su día a día y evitar accidentes domésticos. Entre estas recomendaciones encontramos el uso de señalizaciones, carteles y calendarios, evitar luces y ruidos molestos y simplificar las tareas rutinarias que realiza la persona cada día. Por parte de las personas que le rodean, se les puede recomendar, por ejemplo, que hablen despacio y utilizando frases cortas y sencillas.
- Dispensación. Como es evidente, una de las funciones clave del farmacéutico será la de dispensar el tratamiento farmacológico que se le recete al usuario. Este tratamiento irá dirigido a disminuir los síntomas del Alzheimer, retrasar su avance lo máximo posible y controlar otros problemas o patologías que puedan derivar de él.
- Seguimiento. Otro de los puntos de la actuación farmacéutica frente a esta enfermedad es el seguimiento que se hace del tratamiento farmacológico. El farmacéutico puede ayudar a la adherencia de dicho tratamiento y guiar al usuario en el caso de que se administren varios medicamentos a la vez. De esta forma, podremos detectar efectos adversos u otros problemas que surjan de la interacción entre los fármacos. En relación con esto, los farmacéuticos podemos ofrecer servicios como el Servicio Personalizado de Dosificación (SPD), para que no haya errores en la posología del tratamiento y se fomente su adherencia a él.
Apoyo a su entorno. Por último, pero no por ello menos importante, queremos recalcar la figura del farmacéutico como apoyo para quienes cuidan a la persona con Alzheimer. Esta persona alcanza un nivel alto de dependencia, por lo que sus seres queridos (normalmente la familia), sufrirán también un desgaste tanto psicológico como físico. Nuestra misión será la de apoyar, informar y aconsejar a estos cuidadores en todo lo posible, facilitando así su labor.
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